domingo, 22 de marzo de 2015




En esta tarde, Cristo del Calvario,

vine a rogarte por mi carne enferma;

pero, al verte, mis ojos van y vienen

de mi cuerpo a tu cuerpo con vergüenza.



¿Cómo quejarme de mis pies cansados,

cuando veo los Tuyos destrozados?

¿Cómo mostrarte mis manos vacías,

cuando las Tuyas están llenas de heridas?



¿Cómo explicarte a Ti mi soledad,

cuando en la cruz alzado y solo estás?

¿Cómo explicarte que no tengo amor,

cuando tienes rasgado el corazón?


Ahora ya no me acuerdo de nada,

huyeron de mí todas mis dolencias.

El ímpetu del ruego que traía

se me ahoga en la boca pedigüeña.



Y solo pido no pedirte nada.

Estar aquí junto a tu imagen muerta 

e ir aprendiendo que el dolor es solo

la llave santa de tu santa puerta.



Gabriela Mistral



No hay comentarios.:

Publicar un comentario