Satanás el orgulloso y
soberbio
odia la cruz por que
Jesucristo,
humilde y obediente, lo venció
en ella
"humillándose a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte
y muerte de cruz",
y así transformó la cruz en
victoria: "
por lo cual Dios le ensalzó
y le dio un nombre
que está sobre todo nombre "
(Flp 2, 8-9).
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